Corazones ardiendo, campanas sonando, el amor quema todo, rápido y al paso. Un suspiro en la ventana, sin razones al galope ¿Mirarás el mismo cielo nocturno que yo? El rojo de mi cigarrillo, acicala mi inerte piel ¿Acaso eres tan real cómo suena tu dulce voz? Espero puedas perdonar la imprudencia de mi hablar, algunas cosas que deberían cambiar, los fantasmas siguen bajo mi fe, debo confesar nunca he sido un santo, me he ensuciado al caminar. Pero al verte entrar, con un verano sobre tu piel, aún no tengo justificación: “¿Puedo robar tu corazón?”